lunes, 16 de diciembre de 2013

gratitud.

venga, siéntese a la par mía, a la orilla de éste lago ke nos vió tan felices tantas veces y recuérdeme porké nos rendimos, ke a mis 67 años ya se me olvidan las cosas, si si, yo sé, sus 74 no lo ayudan, pero ud siempre tuvo mejor memoria ke yo, mejor ánimo ke yo y eso es mucho decir, más optimismo ke yo, ke nos venció?, nosotros mismos?, la verdad ya no me acuerdo y ahora no lo entiendo, si éstas mismas calles empedradas ke nos ven ahora caminar con nuestras piernas viejas y débiles nos vieron decirnos jóvenes y eternas promesas, con risas y muchas lunas. Sepa ke siempre me referí de la misma forma a todo esto, conté incansables veces la historia del comienzo de todo, sigo llamándolo de la misma forma, porke no había otra manera no había otro nombre ke ponerle, ke con el ke lo bauticé, cuantos años han pasado? como se llamaba la canción akella? la perra de la dueña del hostal? no puedo creer ke ya no nos acordemos de nada, siendo tan viejos conocidos, pero créame ke me acuerdo de lo más importante, de su cara con menos arrugas, de su pelo menos blanco ke como lo tiene ahora, de las tardes y las noches interminables, no sé porke ahora vieja me ha atacado la nostalgia, si ya no falta mucho para ke ya no estemos aki, de hecho ninguno de nosotros pensaba llegar a esta edad, por eso nos comíamos el mundo y sentíamos siempre ke no había mañana, siempre me costó encontrar mejor compañero de viaje al compararlos con usted, compañero de batallas y demonios ke parecían insuperables, y ke se terminaban rindiendo a la mancuerna invencible ke formamos, ke bonitos tiempos, se acuerda? no se ría, que usted siempre ha sabido ke soy menos fuerte de lo ke parezco, de los pocos valientes ke se atrevieron a desafiar el escudo de metal, gracias por el valor.

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