jueves, 17 de septiembre de 2015

estrellas de mar.

te das cuenta que poco a poco me reconozco, volví, quizas nunca me fui y cuando me veía en el espejo era yo dentro de la pesada escafandra metálica que me ahogaba al querer entrar al mar. La arena drenó los pies hinchados de tantas lágrimas acumuladas en estas 6 vidas y la brisa decidió pulirme cada uno de mis dientes hasta convertirlos en oro que ofrecer a las deidades que me acompañan. Tuve la suerte de que los rieles del tren no me impidieron llegar a las siguientes estaciones donde habian más tripulantes, y pude sentarme a la par de cada uno de ellos y enseñarles el tesoro que guardaba en la cajita amarilla que escondo detrás de la oreja derecha. Si no hubiera sido porque la maleta no me pesaba tanto me hubiera sentido atada a esperarte, pero el secreto estuvo que cuando empacamos juntos te di la carga que te correspondía sin compromiso de ayudarte a llevarla más adelante, salvándome del desastre de cuando te explotó la bomba que llevabas en tus propias manos. Ya no te quiero ayudar limpiándote las heridas ni ayudándote a cicatrizar, ya aprendí que no voy a salvar a nadie más que a mí, que las alas me alcanzan para alzar un único vuelo que es el mío y que él que me quiera acompañar va tener que tener alas tornasol igual que las mías capaces de soportar lluvia y fuego, hasta llegar a la isla donde nadaremos con hipocampos y caracoles blancos y a diario cenaremos estrellas de mar.